lunes, 11 de octubre de 2010

El Deja Vú

        Misterios tiene la naturaleza, y el hombre es parte de ella.
        Tuve que hacer el Servicio Militar. Pero abreviando. Tuve la suerte de hacerlo en siete meses de los cuales, Agosto, completo, estuve de licencia.
        El 31 de ese mes habíamos quedado de encontrarnos, todos los que debíamos regresar al Regimiento, en la Estación Constitución del FC Roca. Allí llegábamos los cinco o seis tipos del Escuadrón “A” (todos soldados) para partir en la primera etapa de nuestro viaje.
       En un momento de la conversación previa a embarcar en el tren que partía para Bariloche uno de los chicos –Urbano, se llamaba- dice:”-¡Bueno! De ahora en adelante partimos para San Antonio Oeste. ¡Primera etapa! Allí tenemos que hacer noche, y luego esperar al "Don Otto" para la segunda etapa hasta Puerto Deseado”.
      Sin dudar le digo:”- ¡San Antonio Oeste! Yo estuve ahí. Es un pueblito a orillas del mar, con casas de todo tipo, aunque hay unas construcciones viejas que parecen del Far West”.
      Los otros me contestan algo así como: “-¡Bueno, tenemos Guía entonces…!
Así fue que en el viaje hubo un approach con unas chicas Chilenas de Temuco. Una de ellas: Ana. Luego me escribió una carta al Regimiento. Pero la aventura mas linda y que duró poco en ese viaje, fue que nos enamoramos mutuamente con una chica de Patagones que viajaba a Maquinchao (unos km. Antes de Bariloche).
      Ella era una quinceañera, estudiante secundaria, muy bonita. No Bella. Bonita. Yo me escapé al baño, y pasé por el vagón Primera. Al volver nos vimos. Ella sonrió, y como había un lugar libre me senté y le dije: “-Me llamo, Juan. ¿Y vos?.”. Las otras compañeras soltaron la risa, ella contestó que se llamaba Betty. Me preguntó si tenía frío y le conteste que efectivamente así era.

      Me ofreció taparnos con su manta, y que me sentara junto a ella. luego conversamos y nos reímos los cuatro. Al cabo de un tiempo, el sueño nos fue venciendo. Y dormimos abrazados. Pero… ¡Mala suerte! A poco de llegar a destino el “Chancho” pasa controlando el pasaje, nos despierta y me increpa diciendo que mi lugar, por mi condición de soldado es en clase Turista. ¿Qué hacía yo ahí?, le contesté algo así que era amigo de las chicas y que como tenía frío me invitaron y vine.
    Tuve que volver al vagón helado. Repentinamente llegamos a San Antonio Oeste. Nos bajamos y le golpee el vidrio a Betty. Me dio la dirección a través del vidrio, que opaca los sonidos. Y, por ende, al no tener papel. En poco tiempo la olvidé. Y lo lamenté. Ya que la cara de Ella, triste, y las dos compañeras que la abrazaban, me acompañó por mucho tiempo.
    Cuando, recuperé mi estado natural,¡Grande mi sorpresa!. El cartel, los tamariscos, la casilla de encomiendas, las carretillas y el hall central de la Estación me eran tremendamente familiares. LO CONOCÍA TODO.
    No solo eso, como era de noche debíamos apresurarnos para encontrar hospedaje y negociarlo por esto de “la escasez de divisas”. Sin dudarlo bajamos a la calle y seguían los “recuerdos”, la calle me era terriblemente familiar, tal es así que me dijeron: “-¡Che Trullet, llevanos al hotel ese que conocés!”. –¡Bueno! Les dije.- Pero es acá a la vuelta por que este es caro y por el aspecto nos van a rajar a la m…”. Me refería al hotel que se encuentra en la avenida principal que desemboca a la estación de ferrocarril y que tiene un frente de ladrillo a la vista con una torre con techo a cuatro aguas,
   Doblamos, y la vereda de madera de una cuadra al mejor estilo cine yanqui de Cow Boys, confirmó que definitivamente conocía el lugar…. ¡Aplausos! –de mis compañeros- y ya hubo quien negoció 2 habitaciones. Pero que era una con cama matrimonial y una camita simple y la otra pequeña con cama doble marinera. Baño compartido. -¿Cuántos son?. Dijo la Dueña.
“-¡Siete!”. Respondió uno. Y la vieja dijo que 2 no iban a ser hospedados, que lo lamentaba. Cenamos en el “Saloon”, una prepizza ácida y una cerveza los siete. La borrachada malévola nos observaba. Le comentamos a la dueña que ibamos a dar una vuelta y ver si los otros dos se podían ubicar en otro lado. Nos dio las llaves.
   A la vuelta había un Cine, y ¿que daban?: “Drácula” con Ben Gassara. Nos metimos a verla. El cine a full. Terminó como a la una AM. Y volvimos, con la premeditada idea de dormir los siete en el “Saloon”. Una odisea, solo durmió uno o dos. Es para contarlo en otra oportunidad por que es gracioso.
   La realidad es que este lugar es mi deja vú. Lo conocía antes de haber ido. Es más, las imágenes del pueblo, ahora que lo estoy escribiendo se agolpan en mi mente, y veo más cosas que las que alcancé a ver cuando volví de licencia del Servicio Militar y también cuando con Pablo mi amigo del Cole Secundario fuimos a Las Grutas y estuvimos unas horas esperando el Micro en la Terminal de San Antonio Oeste.
Ren Shan

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