lunes, 11 de octubre de 2010

El "Pillan" de Lago Hermoso (Neuquén)

En un viaje que realicé a Neuquén, también como mochilero, recorrí el sur de la provincia.
El recorrido final del viaje fue San Martín de los Andes. A dieciséis kilómetros, por el “Camino de los siete lagos” está el puesto de guardaparques de Lago Hermoso. Por aquel tiempo vivía en esa seccional un amigo Guardaparques.
Detrás de la casa dominaba el paisaje un cerro, en cuya cima vi al llegar un brillo elíptico…Le pregunté que era y me contestó:-Es un resto de glaciar.
– ¿Se puede llegar allí? Pregunté.
-¡Si!. Mañana, si tenés ganas, te acompaño.
Allí cerramos el trato.
Al otro día, me levanté, desayuné y puse unas pocas cosas en un morral y salimos por la picada (1) que circunda los alrededores de la “Estancia de la Mil Rosas”, célebre por su dueña y por los personajes de nuestra historia reciente que recalaron por allí.
Habremos hecho unos quinientos metros cuando me dijo que cruce el alambrado, que camine unos metros en línea recta hasta que encuentre el camino. Por allí debería subir en zig-zag hasta que el camino presentara una bifurcación. –Si seguís a la derecha, vas a continuar la picada hasta que se suavice en el monte de altura. Pero si tomás a la izquierda vas a dar con la toma de agua y el camino muere ahí.
Pero no me acompañó. Me dejó en el alambrado y se despidió.
No hice otra cosa que equivocar el camino, y tuve que retroceder para retomarlo. Hay momentos en que se hace empinado y es difícil subir si uno no va parando y descansando. Es notable el canto del chucao (2), un pajarito huidizo, pero que emite una dulce y sonora canción. Hay también usnea (3) en todos los árboles y unas plantas parásitas que hunden sus raíces en las ramas para succionar la savia de las lengas. Por momentos se podían ver mangrullos, -y de hecho he subido a algunos- destinados a observar los ciervos colorados del coto privado de la “Sra. Maia”.
A partir de este momento el sendero se hace más suave pero no menos sinuoso dentro de un bosque como aquellos de las leyendas de terror centroeuropeas. Allí hay chelcos (4) que corren sobre las rocas o toman sol en ellas y el estridente chucao.
Al llagar a la primera cima, el bosque deja paso a una estepa de altura en donde pude visualizar una laguna de aguas de color rojizo. Y si uno quería seguir subiendo el sendero terminaba en un mallín (5), que cuando lo atravesé pude presentir que estaba siendo algo así como “observado” .Allí el paisaje cambia por tercera vez, y se hace más escabroso y más árido. El viento y los tábanos (6) no daban respiro. Solo el glaciar brillante por la luz solar parecía un gran espejo de plata en la cima.
-¡Allí voy! Grité. Y comencé a subir.
Debo detallar un par de cosas antes: El Guardaparque me dijo que en la cima encontraría una cruz de postes muy grande, que por lo que observaba con largavistas se había caído o algo así.
Entre mis efectos personales llevaba un par de lentes de sol, que como me incomodaban introduje en el bolsillo de mi camisa, pasando una de las patillas por el ojal y también el botón. Es decir que los anteojos estaban muy asegurados allí.
Bien, al llegar caminé un poco, mirando ya que el cielo es muy claro y hacia el oeste se puede observar toda la línea de volcanes del lado chileno con nuestro Lanín bien notable en su cono nevado, ya que se impone por ser el mas cercano.
Descubrí la cruz, tal como decía mi amigo, y me dispuse a pararla. Era una cruz grande, de más de dos metros de altura en cuyo extremo había una cruz de palos más pequeña atada con alambres. Tenía tres tensores de alambre la gran cruz, que se habían cortado, seguramente por las nevadas y los vientos de invierno. Hice lo que pude y la cruz estuvo al cabo de mas o menos una hora otra vez en pié.
Dicen los investigadores, que las cruces no son representaciones religiosas de los mapuche…sino un instrumento que actúa como “pararrayos” o algo así. Luego de descansar al menos una hora, emprendí el regreso, con el sol de frente. Pero, cuando voy a extraer el par de anteojos desabrocho el botón y ¡Sorpresa!, ya no estaban los lentes. Volví sobre mis pasos, di vueltas y no los encontré…caminé por los lugares que había visitado giré en círculos pero nada, nada, nada.
Bajé hasta la casa, llegando alrededor de las diecinueve a darme un chapuzón en un arroyo que pasa por un costado.
Volví a Buenos Aires. Y Años después con un amigo planificamos un viaje a Neuquén, pero con la variante que decidiríamos a cara o cruz que extremo de la provincia recorreríamos primero. Ganó el norte y fuimos a visitar a sus amigos, allí nos ocurrieron cosas misteriosas pero son para contar en otra ocasión.
Bajamos al sur y volvimos a San martín a visitar a este guardaparque y su familia –mis amigos-. Estuvo bueno el encuentro pues llegamos tarde al pueblo, y por pura casualidad desde la seccional de bomberos del Plan de manejo de Fuego los llamamos por radio y nos vinieron a buscar, ya en la cabaña nos bañamos, y cenamos, y hablamos hasta tarde. No faltó el cuento de ovnis y antes de dormir fuimos a mirar el cielo tan colmado de estrellas.
En eso no pude evitar dirigir mi mirada al este, y en la mole del cerro se ve brillar débilmente con la luz de la luna: el glaciar elíptico.
Decidí decirle a Julio –el otro mochilero-si quería subir y me contestó que Si. Entonces nos aprestamos encarar la empresa al otro día.
Pero antes voy a darles un detalle más: Entre ambos viajes estudie bastante sobre costumbres mapuches, y según cuenta un padre salesiano de origen italiano, que existen los espíritus de antepasados que custodian las montañas y que para no ofenderlos y que permitan el pasaje o la estadía en el cerro se les debe ofrecer cuentas de vidrio o algo que brille, de todas maneras si esto no ocurre tomarán algo de ti que reúna esas condiciones, o si profanas su morada te darán un castigo. ¡¡Ahí toqué tierra!! , Cuando estuvimos la primera vez que fui a la provincia en los Lagos Aluminé y Moquehue subimos al extinto volcán Batea Mahuida con una amiga.
El Cerro tiene una gran laguna circular de aguas azul-zafiro en su viejo cráter. Bordeamos su cara que queda en pié y allí arriba nos dio sed y como la caramañola estaba vacía la llené con nieve granulada con ayuda de una espátula de metal que tenía.
Lo más interesante es que cuando cargué la cantimplora, guardé la espátula en un bolsillo que llevaba en mi cinturón y le cerré el botón…Al bajar y querer sacar la espátula para hacer una tarea: No estaba…volvimos sobre nuestros pasos, en círculos y nunca la encontramos, solamente que cuando la busqué…el botón estaba cerrado.
Regresando a la historia: Esta vez, que subí con mi amigo me dije -¡Ah, no. Esta vuelta no te vas a quedar con nada. ¡Ya verás!.
Y cuando pisamos la cima, le pedí en voz baja al Pillán -para que Julio no escuche- (7) que me deje entrar al cerro y le ofrendé unas monedas de veinticinco y cincuenta centavos. Y para probar la “suerte” Llevé de manera descuidada, otro par de anteojos, la navaja, más monedas, una lupa. En bolsillos abiertos, no con botones puestos.
Y les aseguro que: Pusimos de nuevo la cruz en pié, acarreamos piedras grandes para asegurarla, caminamos, nos inclinamos…y al bajar no habíamos perdido nada ninguno de los dos.
Ahora cada vez que subo a un cerro en esa provincia ofrendo algunas monedas brillantes a su pillan y nunca más se me ha extraviado nada. -¿Pueden creerlo?.
Ren Shan


(1) Picada: Sendero en el monte de huella angosta. Suele hacerse por la circulación de animales en forma periódica.
(2) Chucao: Ave patagónica que vive en el monte de canto notable y melodioso.
(3) Usnea: El Liquen “barba de viejo”.
(4) Chelco: Especie de lagartija.
(5) Mallín: Terreno pantanoso, que asemeja una pradera, o manchón de hierba.
(6) Tábano: Díptero, insecto parecido a una mosca, de cuerpo mas grueso que pica a los animales y humanos en busca de sangre para alimentarse. Es muy dolorosa su aguijonada.
(7) Pillán: Espíritu protector de un elemento de la naturaleza. Dicen algunos investigadores que son almas de personas ancianas o de caciques que al morir se les encomienda a proteger ese elemento. Hay pillanes en las montañas, los ríos, los bosques.


Ren Shan

1 comentario:

  1. Me encanta la historia y la descripción de los lugares. De alguna manera haces que uno se traslade.

    ResponderEliminar