lunes, 22 de noviembre de 2010

El "cementerio" de Matansillas (norte de Neuquén)

              En de uno de mis viajes a Neuquén, precisamente al Norte de mi “Patria espiritual”. Sucede un hecho, que es más rico en imágenes que quizás en relato gráfico. De todos modos aquí va la narración:
             Una mañana el maestro del paraje me ve, y me dice: -¡Estás aburrido!. Veamos un equipo de fotografía que puedo prestarte y date unas vueltas. Movete con tranquilidad. Andá donde quieras. Este lugar es grande.
             Así fue que me facilitó un aro de ajuste, para un zoom de 28’, un par de filtros de color. Y salí hacia un lugar llamado” Los Bolillos”. Es una formación de arenisca del terciario que, por acción de la erosión ha tomado formas muy extrañas.
            Saliendo por la tranquera de la Escuela, en dirección NNO hay unas bardas, o sea unas mesetas de 50 m de altura. Y siguiendo el camino que sube, casi que una de las bardas termina juntándose con este.
            La región es una estepa  arbustiva, bastante seca y arenosa. Pero, por donde circulan canales, la vegetación es muy abundante en pastos dulces, Ideales para el ganado. En esos canales de 1 m de ancho por 1, 50 m de profundidad, se desplazan velozmente truchas pintadas de tamaños “parrilleros”.
            ¡Bien!. Llego a la altura del camino y mirando hacia abajo, aparece Los Bolillos.
Ver esos cerros erosionados, te da la sensación de haber atravesado un portal, y lo que se te presenta a la vista es un castillo de las “Mil y una noches” con sus torres y minaretes de cúpulas redondeadas y con puntas en forma de esfera.
            Cuando iba a bajar, de la nada aparece un chico de unos diez años, de facciones morenas andaluzas (en otra ocasión contaré algo al respecto) en una mula y con una almadena –una maza-. Saluda y me pregunta donde voy y le contesto, señalando el misterioso cerro color arena rojizo. –¡Allá!. Dicen que hay un cementerio adentro. ¿No?.
            El chico palidece, y responde. –No sé…Dicen...debo llevar esta herramienta a mi padre. ¡Adios!.
            Se va muy velozmente, hacia la nada del desierto. En esa dirección lo único que se percibe es una mancha de vegetación, un techito entre las rocas y la arena…y mas atrás lejísimo…La Cordillera de los Andes y Chile.
             Camino, y llego al “Castillo”, esperé el disparo de una flecha morisca, pero no. Es un “Castillo Abandonado”. Merodeo alrededor, soy desconfiado. Encontré 2 cucharas de bronce, unas piedras llamativas y un cartucho de un revólver Lefaucheaux,  muy popular en el s. XIX.
              Viene a mi memoria en ese momento una frase de Julio ( un amigo que propuso ese lugar), -Si pasás por el lado derecho de los Bolillos. Hay una grieta. Casi ni se ve. Hace como una curva cerrada donde pasas de costado y entrás en una cueva sin techo. Es cierto. Lo más llamativo es una línea negra en la pared que va de arriba abajo. Tuerzo hacia ahí y estaba el pasadizo.
                  Hago el caracol, y desemboco en una cavidad, el “corazón” del cerro. Adentro hay una pampita de unos 10 m cuadrados y tres cruces: 2 de madera, una de metal. Una de las de madera es falsa y las otras dos pertenecen una a una chica fallecida en el ’76 y otra a un hombre mayor fallecido en los ’40. 
         Hay una película argentina, de los primeros tiempos de la democracia  y que habla de la problemática mapuche que se filmó allí y de ahí: las cruces falsas. La peli la vi en ATC, y habían hecho como 30 cruces de cajón de fruta.
                 Saqué muchas fotos, y luego consulté, como es que hay un cementerio allí, tan escondido.
                 La justificación, expresada por el maestro es que, como el traslado al cementerio de Chos Malal es muy caro, la gente, entierra provisoriamente allí. Más cuando han “juntado” la cantidad suficiente exhuman y trasladan a dicha localidad.
                  Los pobladores: solos, o a ciertas horas del día o de la tarde rehúsan acercarse a la “fortaleza” de los muertos….

1 comentario:

  1. Me encanta como describís el lugar. Y tu experiencia alli, debe de haber sido inolvidable.

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